domingo, 8 de octubre de 2006

El Valle de Antón

Mi punto de partida de inspiración siempre ha sido El Valle de Antón.
¿Las razones? van desde científicas a místicas. Siendo el cráter de un volcán extinto hace decenas de miles de años guarda la fuerza magnética propia de ellos.

Árboles cuadrados, una inmensa piedra tallada con jeroglíficos aún no descifrados, una montaña que asemeja la silueta de una mujer acostada (La India Dormida), chorros con historias místicas, narraciones de seres de fábula que caminaban por sus bosques y que se han ido perdiendo en los recuerdos ancestrales.

Montañas cubiertas por neblina, o noches donde se ve hasta la última estrella del firmamento. Vientos que nos levantan del suelo, o quietud que nos invita a la instrospección.

Recuerdos que quedan y no son fáciles de desprenderlos del corazón.

Pero sobre todas las cosas, ahí conocí a Casilda...